"No
conozco ningún pensamiento nuevo particularmente interesante."
Tomás
Ibañez, entrevista aparecida en El Canelo, nº 50, diciembre de 1993.
En
esta entrevista Chomsky habla de la relación entre su producción académica y
su postura polÃtica, asà como de lo libertario en Europa oriental y Estados
Unidos. Conviene hacer aquà una salvedad, pues en este último paÃs, como
ocurre en otros casos del vocabulario polÃtico (la noción de
"liberal", por ejemplo), el adjetivo "libertario" tiene una
acepción bastante diferente de la europea; la voz inglesa libertarian posee un
sentido mucho menos marcado y abarca un abanico de movimentos, algunos de ellos
conservadores. Es asà como el propio Chomsky puede reclamarse heredero de un
pensamiento "libertario" que incluye a A. Smith o S. Mill (en estos últimos
casos quizá hablarÃamos de liberalismo radical).
-¿Qué
conexiones hay entre su producción académica e intelectual en el ámbito de la
lingüÃstica y sus opiniones polÃticas?
-Las
conexiones pueden ser de muchas clases. Históricas, no hay ninguna. Mis
opiniones polÃticas estaban ya tomando forma mucho antes de que oyera hablar de
lingüÃstica, y la que estudié en años posteriores en la universidad era una
especie de tecnologÃa descriptiva con , en mi opinión, pocas implicaciones más
amplias. En los diversos movimientos estructuralistas fueron frecuentes los
intentos de ensanchar esas ideas, pero el resultado de todo eso es, creo, muy débil
y poco convincente; en cualquier caso, no tuvo ninguna influencia sobre mÃ. En
cuanto a las conexiones lógicas, tampoco hay ninguna, por lo que yo veo. Hay,
no obstante, algunos vÃnculos más tenues y abstractos cuya pista puede
rastrearse hasta la Ilustración, cuando pensadores como Rousseau y Humboldt
intentaron relacionar las cuestiones de la libertad y las raÃces del
conocimiento, la acción y la comprensión humanos; en particular, en conexión
con el lenguaje. He escrito alguna vez sobre estas interesantes y sugerentes
ideas.
Hablando en términos generales, no nos cabe otra opción que tomar posiciones
sobre cuestiones polÃticas; ya seamos revolucionarios, reformistas, partidarios
del statu quo o simplemente apáticos, adoptando en este último caso una
postura polÃtica según la cual el destino de los seres humnos no es asunto
nuestro. Cada una de estas posiciones está basada en algunas creencias, quizá
sólo tácitas, sobre las consecuencias humanas de la postura adoptada y su
importancia. Una persona seria y racional intentará, en la medida de lo
posible, basar en los hechos tales creencias. Sabemos demasiado poco de los
humanos como para ser capaces de lograrlo con cierto grado de confianza, pero al
menos podemos intentarlo. Podemos intentar desarrollar nuestras creencias de un
modo que permita someterlas al pensamiento, el análisis, la crÃtica y el
cuestionamiento. En última instancia, esas creencias sobre la naturaleza humana
y los modos en que se manifiesta (quizá dañada o desvirtuada) en instituciones
y circunstancias sociales especÃficas.
Las actitudes libertarias se basarán (e, históricamente, se ha basado) en la
creencia de que, en la naturaleza humana, es esencial una especie de
"instinto de libertad", un deseo de estar libre, de cualquier
autoridad externa arbitraria, de ser capaz de ejercitar las propias capacidades
para preguntar, crear, comprender, jugar, etc., por medio de una elección libre
y en libre asociación con otros. El mundo es complejo y esos
"instintos" (en caso de que sean reales) no agotan el espacio de la
acción social moral y responsable exigida por todo tipo de compromisos y
adaptaciones. Pero quienes son serios en su critica a la autoridad y a la
jerarquÃa deben asumir que semejante conjunto de necesidades y derechos se
encuentra en el centro de la naturaleza humana.
Sobre estos temas sabemos pocas cosas y, por lo tanto, dependemos en gran medida
de la intuición, la experiencia... y las esperanzas. Pero en el terreno
cognitivo sabemos algo, y lo que sabemos nos dice que los aspectos más
distintivos de la inteligencia humana, en especial la capacidad del lenguaje,
están enraizados en unos mecanismos notables, únicos en los humanos, que
sepamos, que proporcionan los medios para lo que a veces se ha llamado "el
aspecto creativo del uso del lenguaje": el uso normal del lenguaje para
expresar los propios pensamientos en un modo ilimitado en amplitud, gratuito en
apariencia aunque coherente y apropiado, asà como evocador en el oyente de
pensamientos que podÃan haberse expresado de modo similar. Para los
cartesianos, estas propiedades eran la prueba más clara de que otra criatura
tiene una mente como la nuestra. Estamos lejos de comprenderlas bien, pero al
menos sabemos algo de ellas. Y es posible que una mayor comprensión conduzca al
establecimiento de lazos con otros aspectos de la acción libre y creativa y sus
raÃces en la naturaleza humana, quizá incluso a los rudimentos de una teorÃa
social libertaria basada en alguna comprensión real de la naturaleza humana.
Estas perspectivas son remotas, pero algunas de las cuestiones parecen estar en
el horizonte de preguntas, y hay sugerentes ideas sobre cómo podrÃa
desarrollarse. Si esta vÃa logra seguirse de modo productivo, podrÃa ser
posible elaborar ciertos lazos entre lenguaje y libertad, del tipo quizá de los
que ha dado lugar a una especulación interesante desde, por lo menos, la
Ilustración.
Me gustarÃa subrayar de nuevo que toda posición polÃtica (y no podemos evitar
la adopción de semejantes posiciones) se basa en, como mÃnimo, suposiciones tácitas
sobre la naturaleza humana. Tenemos que ser lo más claros posible sobre la
cuestión, aunque sólo sea para que los demás puedan interpretar de modo
adecuado nuestra postura. Lo que acabo de apuntar brevemente es uno de esos
puntos de vista que hay que desarrollar y valorar junto con otros. Quienes creen
que no están adoptando algunos de estos puntos de vista se engañan a sÃ
mismos.
-¿Cuáles
son las perspectivas generales para el anarquismo tras el fin de los regÃmenes
posestalinistas de Europa oriental?
-Las
perspectivas han mejorado muchÃsimo, como mejoraron tras el colapso del
fascismo. La caÃda de cualquier sistema de tiranÃa y dominación mejora las
perspectivas de libertad. Sin embargo, debemos reconocer que las fuerzas
dominantes de la sociedad global no pretenden ensanchar el ámbito de la
libertad. Más bien, su objetivo es, y ha sido durante setenta años, devolver
Europa oriental a su papel de servicio tradicional, una especie de
"latinoamericanización" de la región. Esto es exactamente lo que
estamos presenciando, y también lo que se ha predicho. La antigua
"nomenklatura" se está colocando felizmente en posición de asumir el
papel de las elites del tercer mundo, que se enriquecen por medio de su asociación
con los amos extranjeros mientras la población se hunde en el sufrimiento y la
miseria. Las perspectivas de libertad quizá existan, pero no se realizarán sin
lucha, ni en Europa oriental ni en cualquier otra parte.
-En
Estados Unidos, "libertarios" significa algo diferente que aquÃ. ¿Cómo
los definirÃa? ¿Cuál es su posición respecto a ellos?
-La
sociedad estadounidense es una sociedad poco común en muchos aspectos. Goza de
privilegios únicos. Tras el exterminio o el desplazamiento de la población
nativa, los colonos que llegaron pudieron disponer de ingentes riquezas. Estados
Unidos sigue siendo el paÃs más rico del mundo, con ventajas incomparables. El
hecho de que ocupe una posición bastante rezagada entre las sociedades
industriales en los Ãndices de bienestar social es sólo uno de los múltiples
signos de las catastróficas consecuencias humanas del capitalismo. En las
sociedades ricas no existe un verdadero sistema capitalista porque los
propietarios y gestores exigen ser defendidos de sus estragos, pero sus
elementos pueden encontrarse en diversos grados. Estados Unidos se sitúa hacia
el extremo capitalista del espectro capitalista estatal, y los costos sociales
son obvios. Si bien es, en muchos aspectos, la sociedad más libre del mundo, es
también excepcional por el indiscutido poder y dominio de las clases
empresariales, que siempre han tenido una elevada conciencia de clase y han
sabido que deben luchar una continua y amarga guerra de clases para impedir que
la pobalción en general haga uso de las libertades conquistadas. La clase
intelectual, como cabrÃa esperar, sirve en gran medida estos intereses, de modo
que el espectro de la ideologÃa articulada tiene una tendencia bastante marcada
hacia la derecha. Esto es cierto, en particular, del pensamiento libertario. En
Estados Unidos, de forma diferente del resto del mundo, los
"libertarios" (liberales) son abogados del capitalismo puro, abarcan
desde los friedmanistas que creen que la labor del gobierno es satisfacer las
necesidades de los ricos (por supuesto, lo dicen de otras formas) hasta los
"libertarios" más extremos que se oponen a carreteras, escuelas y a
cualquier acción social que viole la libertad de enriquecerse.
Hago de nuevo incapié en que los propietarios y gestores de la sociedad no
tolerarÃan jamás ni por un momento formas capitalistas y que siempre han
recurrido a la fuerza estatal para protegerse, regular mercados revueltos,
garantizar un subsidio público y un mercado apoyado estatalmente para el exceso
de producción e incrementar de otras muchas formas sus riquezas y privilegios.
Pero las ideologÃa libertarias son, no obstante, útiles. La doctrina
anarcocapitalista puede utilizarse como un arma contra el gasto social que podrÃa
beneficiar a la población en general , aunque en seguida se deja de lado cuando
se trata de otorgar subsidios a la industria de alta tecnologÃa a través del
sistema del Pentágono, aplastar la independencia del Tercer Mundo de modo que
se disponga de mano de obra y recursos baratos para las necesidades de los
inversores ricos, etc. En cierta forma en gran medida parecida, las sociedades
ricas del mundo imponen al Sur las doctrinas del fundamentalismo del FMI, que
ellas mismas han rechazado siempre, y que siguen rechazando, razón por la cual
son ricas y prósperas.
En cuanto a mi relación con los libertarios estadounidenses, es compleja. Tengo
muchos buenos amigos en esos grupos y hay una gama compartida de creencias,
convicciones y principios morales; no hablo de los cÃnicos puros, que utilizan
esas ideas como ariete contra otros, sino de personas que las toman en serio (de
forma equivocada en mi opinión). De modo más especÃfico, tendemos a estar de
acuerdo acerca de la violencia estatal. Durante algunos años, los únicos periódicos
en los que pude publicar en Estados Unidos fueron los libertarios de derecha. No
bstante, disentimos al tratar temas más fundamentales y, a menudo, en
cuestiones polÃticas.
En mi opinión el libertarismo derechista y, en general, el capitalismo
librecambista doctrinalmente de moda son una burda perversión del pensamiento
liberal clásico, despojado del contenido intelectual y moral esencial y, a
menudo, completamente desvirtuado (es destino de Adam Smith en el sistema
doctrinal es un buen ejemplo). El liberalismo clásico se fundaba en las
doctrinas sobre la libertad humana a las que he aludido antes. Se oponÃa al
poder arbitrario y la coersión representados, en aquella época, por el Estado
absolutista, es sistema feudal, la autoridad religiosa, los imperios mercantiles
apoyados por el Estado, etc. En tiempos posteriores, surgieron nuevas formas de
poder centralizado, en especial el sistema industrial-financiero corporativo, un
conjunto de instituciones cuya estructura interna es completamente totalitaria,
en las que las órdenesvan de arriba a abajo y que dejan a los individuos la
elexxión de alquilarse a los amos o morir de hambre. Además, estas
instituciones han acumulado un poser sin precedentes que les ha permitido
socavar las instituciones democráticas, aislar y marginar a la población,
controlar el sistema ideológico y utilizarlo para sus propósitos, etcétera.
Nos enfrentamos ahora a una nueva etapa del proceso, a medida que toma forma un
gobierno mundial de facto que refleja los intereses de las compañÃas
transnacionales y las instituciones financieras que dominan la economÃa
mundial, un gobierno situado más allá de la influencia y de la conciencia,
incluso, del público en general.
Sin duda hay y siempre ha habido contratendencias. Pero lo que digo es que, si
aplicamos a la era moderna el pensamiento básico del liberalismo clásico,
acabaremos fuertemente enfrentados a estos nuevoos sistemas de poder y dominación
e intentaremos superarlos y disolverlos para ampliar el reino de la libertad.
Los herederos de liberalismo clásico son, en mi opinión, los socialistas
libertarios. Enesto, es obvio, disiento de modo radical del libertarismo
capitalista estadounidense, que, de realizarse, darÃa lugar a un sistema de
tiranÃa, opresión, miseria y odio mutuo más allá de lo concebible. Por
fortuna, nohay posibilidades de que semejantes doctrinas lleguen a realizarse,
porque los amos nunca lo permitirÃan, por las razones explicadas hace años por
Karl Polany y otros.
-¿Cuáles
son hoy, en la actual situación polÃtico-económica, los principales ejes
sociales e ideológicos de resistencia?
-Con
la aceleración que se ha producido en los últimos veinte años en la
globalización de la economÃa se hace cada vez más posible que las compañÃas
industriales trasladen la producción a zonas de elevada represión y bajos
salarios y que recurran a una aplicación de lo más selectivo de la doctrina
neoliberal para destruir los valores comunitarios, las normas medioambientales y
la vida humana en general.Una conseecuencia es que las propias sociedades
industriales estás empezando a adoptar ciertos aspectos del Tercer mundo,
desplazándose hacia el modelo tercermundista dual, con islas de extrema riqueza
y privilegio en un mar de miseria y desesperación. Podemos ver estos procesos
en Estados Unidos, en muchos aspectos la sociedad industrial más avanzada con
las clases empresariales más sofisticadas. Europa, en mi opinión, no le va
demasiado a la zaga. Gran parte de la población va a volverse superflua en términos
de producción de riqueza, y se necesitarán muchos menos que antes en términos
de mercado. De la producción pueden encargarse los pobres sobrexplotados, y el
mercado lo constituirán los sectores ricos de las sociedades internacionales,
pequeños grupos del Tercer Mundo, en lugar de amplios sectores en las
sociedades más ricas.
No cabe duda de que hay que resistir a estas tendencias. Esto significa, en
primer lugar, esfuerzos para invertir el notable deterioro de las formas democráticas
en las sociedades industriales, donde gran parte de la población de ve cada vez
más marginada y apartada de la participación activa en la influencia de los
asuntos públicos, e incluso de su conocimiento. En los últimos treinta años
en particular, se ha producido un considerable incremento del nivel culturaly
moral entre la población general, en especial en estados unidos, con una
preocupación muchomayor por la opresión racista y sexista, los derechos de las
generaciones futuras (y los temas ecológicos en general), más respeto por
otras culturas, oposición a la violencia estatal, todo lo cual se ha hecho tan
fuerte que el gobierno estadounidense ya no tiene el recurso a la intervención
clásica, y lo sabe muy bien. Sin embargo, estos acontecimientos tienen escasa
forma institucional. Deben convertirse en algo más que pensamientos en las
cabezas de personas aisladas, o que preocupaciones de organizaciones de base muy
locales y diseminadas. Existe el potencial para grandes y eficaces movimientos
sociales comprometidos con la paz, la justicia y la verdad. Pero la realización
de este potencial no será tarea fácil.
-¿Cuál
es su concepción del poder? ¿Encuentra interesante el trabajo de Foucault
sobre este tema?
-Temo
no estar demasiado impresionado por casi todo lo que se produce en el ámbito de
la teorÃa social. Lo poco que se dabe en estos temas parece vastante sencillo.
Reconozco que los intelectuales necesital carreras y, por lo tanto, tienen que
refundir pensamientos sencillos en terminologñia oscura y dificultad. Pero no
estoy seguro de que haya mucho tras esa compleja palabrerÃa. Siento parecer
duro. Quizá no sea justo. Pero ésa es mi sensación.
En cuanto al poder, no tengo nada que decir más allá de lo obvio. En diversas
estructuras e instituciones sociales, algunos están en posición de influir y
coaccionar, otros están sometidos a sus decisiones y elecciones, en grados
variados. Son relaciones de poder. Adoptan muchas formas, rara vez tienen alguna
justificación, aunque a veces pueden tenerla: ejerzo poder si impido que mi
nieta de tres años cruce la calle, pero ese ejercicio puede justificarse. En la
mayorÃa de los casos, no es posible, en mi opinión.
No pretendo que estas observaciones sean profundas; en realidad, son triviales.
Se necesita mucha investigación y mucho estudio para aplicar ideas simples a
situaciones complejas del mundo real. Parte del trabajo de Foucault, una vez
desenmarañado del oscurantismo de su presentación, me parece interesante e
ilustrador en este sentido. Mucho más, debo decir, que gran parte de lo que ha
salido de la curiosa cultura de ParÃs de los años de la posguerra.
-¿Qué nuevas ideas contemporáneas
tienen un mayor valor emancipatorio?
-No
conozco ningún pensamiento nuevo particularmente interesante. Quizá se me podrÃa
tachar de "Conservador", uno de los pocos quizá del mundo contemporáneo.
Creo que los ideales de la ilustración fueron a menudo válidos. No se crearon,
claro está, de novo, pero tienen una historia rica e importante. Pueden ser (y
en cierta medida lo han sido) aguzados y mejorados, y deben adaptarse a
condiciones y circunstancias completamente nuevas. La era moderna está marcada
por una gran cantidad de pontificación, arribismo, ofuscación polisilábica
interesade y similares, reflejo de las oportunidades de que disponen los
intelectuales en el perÃodo contemporáneo y de las necesidades sociales que
pueden saisfacr en el serviicio del poder. Pero si hay ideas nuevas y
soprendentes, me las he perdido.
-¿Cómo
considera los nuevos paradigmas que estás emergiendo en epistemologÃa (el
antifundacionalismo de Rorty, etcétera) y teorÃas de sistemas (complejidad de
sistemas autoorganizadores... Prigogine, Atlan, Von Foerster, en fin)? ¿Le son
útiles en su trabajo y pensamiento polÃtico?
-
En una palabra, no mucho. No son "nuevos paradigmas". El
antifundacionalismo estaba arraigado en el siglo XVII, como respuesta a la
crisis escéptica de la época. El tema está bien discutido en uno de los mas
sobresalientes historiadores de las ideas contemporáneos, Richard Popkin, quien
observa que el "escepticismo constructivo" de Mersenne y Gassendi
reconoción que no hay bases firmes para el conocimiento pero "sin embargo
poseemos reglas para valorar la fiabilidad y la aplicabilidad de los que hemos
descubierto sobre el mindo", en esencia la posición de la ciencia
posneqtoniano. Kant clarificó el punto de vista, y es un lugar común del
pensamiento moderno. No quiero sugerir que Rorty y demás no tengan noda nuevo
que decir sobre estas cuestiones;a veces lo tienen, pero hay aquà "nuevos
paradigmas". En cuanto a la teorÃa de sistemas, varias contribuciones a
ella tienen que valorarse por sus propios méritos, En algunos terrenos, puede
que haya méritos, pero no hay contribuiciones generales de importancia, que
yosepa. El estudio de la complejidad es interesante; he seguido esta tarea hasta
cierto punto, incluyendo alguna investigación doctoral en el MIT, y creo que
abre algunas puertas nuevas: El estudio de los sistemas autoorganizadores es
también de cierto interés. Pero, en mi opinión, la creencia de que son
"nuevos paradigmas" con algun alcance más amplio es sencillamente errónea.
Hay decenas de nuevos desarrollos similares, muchos de ellos más interesantes
que ésos, al menos para mÃ.
Las muevas ideas no se consiguen con facilidad. Fuera de las ciencias son, en
realidad, raras y las que se desarrollan dentro de las ciencias naturales y
formales muy raramente tienen implicaciones más allá de su propia formulación.
Vale la pena comprenderlas, como vale la pena oir la buena música. Pero no es
probable que nos ayuden a alcanzar una comprensión profunda de los problemas a
los que nos vemos enfrentados en nuestras vidas personales y sociales, los
problemas reales de la existencia humana. Los intelectuales tienen naturalmente
un interés en afirmar lo contrario; pero tenemos que ser cuidadosos al
distinguir entre moda intelectual y contenido intelectual, dos cosas bastante
diferentes.
-La
guerra civil española, colectivizaciones... Tuvo un duro enfrentamiento con
Gabriel Jackson ¿es relevante eso hoy? ¿Por qué sus fuertes sentimientos
sobre el tema en aquel momento?
Mi
interés por la revolución española (que fue un elemento de la guerra civil)
se remonta a cincuenta años atrás. En cuanto fuà lo bastante mayor como para
viajar solo, pasé muchas horas en los locales anarquistas de Nueva York y en
las librerÃas de ocasión con documentos y materiales polÃticos de los más
interesantes (y, bastante a menudo, una vida intelectual muy activa). ConseguÃ
reunir una buena cantidad de documentación que no se publicó hasta los añoas
setenta. La revolución popular que recorrió buena parte de españa constituyó
un momento extremadamente importante en la historia moderna. En tanto movimiento
popular de masas tuvo muchos defectos, pero también alcanzó niveles de logros
libertarios que todavÃa no se han igualado, razón por la cual enseguida se
convirtió en blanco de la coalisión de comunistas, fascistas y democracias
occidentales que no podÃan tolerarla y la sofocaron, para luego ocuparase de la
cuestión secundaria de quien se quedará con los despojos (la propia guerra
civil).
No tuve ocasión de escribir sobre este tema hasta finales de los sesenta, en el
contexto de los crecientes movimientos populares de la época, que tenÃan un
componente libertario, pero que estaban completamente divorciados de la
historia; algo nada sorprendente, puesto que la historia habÃa sido en gran
medida ocultada y, en aquella época, era practicamente desconocida. Los logros
de los trabajadores y los campesinos de España eran entonces importantes, como
lo son ahora. Por eso escribà sobre ellos. Por cierto, ahora es mucho más fácil
que hace veiticinco años escribir sobre estas cuestiones. Se ha publicado mucha
documentación inédita y hay una literatura especializada bastante buena, que
casi no existÃa en aquel entonces.
No es del todo preciso decir que tuve un duro enfrentamiento con Gabriel
Jackson. Elejà su libro para discutirlo porque me pareció el estudio más
serio, sensible, penetrante e informado del momento. Asà que me dediqué a ver
como habÃa tratado los acontecimientos de finales de los años treinta. Me
pareció, e intenté demostrar, que enfocaba esos acontecimientos desde una
posición muy contraria a las revoluciones populares, que adoptaba lo que
entonces era la actitud comunista-liberal normal hacia la revolución española.
Intenté mostrar que los prejuicios ocultos conducÃan a una considerable
distorción de los hechos. Se trató de un ejemplo modelo en una indagación más
amplia de los prejuicios ocultos y callados de la erudición liberal, que se
equivocaba en sus actividades particulares en busca de la objetividad. No
critico el libro por albergar prejuicios, sino por albergar prejuicios no
reconocidos. Todo el mundo tiene su punto de vista; y deberÃa intentar dejarlo
lo más claro posible. Otros juzgarán lo convincente que fue mi discusión.
Pero las razones por las que estaba interesado en la revolución española son
exactamente las mismas que estimularon mi interés treinta años antes, y que lo
siguen siendo hoy. Hay mucho que aprender de esas luchas como George Orwell,
entre otros, reflejó de modo elocuente en su momento.
(Archipiélago,
traducción del inglés de Juan Gabriel López Guix).